Málaga: gentrificación sin disimulo
Málaga fue la tercera ciudad más buscada en Airbnb en 2022. La primera fue Bangkok (Tailandia) y la segunda, Sídney (Australia). En enero de este año Málaga alcanzó el primer puesto, según contó a la revista Vogue Catherine Powell, ejecutiva de la compañía. De acuerdo con el INE, la vivienda turística supone el 2,5% del total de viviendas censadas en la ciudad. Pero en algunas secciones del centro histórico, está por encima del 30%.
La provincia de Málaga recibió el año pasado 12,8 millones de turistas. Fueron 270.000 menos que en 2019. Aun así, el sector batió su récord de ingresos: 17.081 millones de euros, gracias a la atracción de visitantes con “alto poder adquisitivo”. La capital también alcanzó un máximo histórico de pernoctaciones en hoteles.
Las instituciones malagueñas presumen, además, del surgimiento de un ecosistema tecnológico, una especie de pequeño Silicon Valley de la Costa del Sol, con empresas de software nativas como Freepik o Besoccer, y el desembarco de gigantes como Google (tras adquirir en 2012 la herramienta malagueña de ciberseguridad Virustotal) y Telefónica. A esto hay que añadir una masa importante de “nómadas digitales” que llegó tras la pandemia para teletrabajar en una ciudad con sol, playa, un buen aeropuerto y precios asequibles en relación a las capitales europeas de las que vienen, como París, Berlín, Ámsterdam o Dublín.
Con un salario medio de 17.400 euros anuales, más de 3.000 euros por debajo de la media española (21.500), un 15% de paro y el comercio y la hostelería como sectores con más trabajadores (el 18% y el 11% del total, respectivamente), los inquilinos de la provincia de Málaga son los que mayor proporción de sus ingresos deben destinar al pago del alquiler, según un reciente estudio de Idealista. En el año 2022 se practicaron 1.903 desahucios. El 78% fueron por impago del alquiler. Los precios en la capital crecieron casi un 15% entre 2015 y 2020. Más que en Barcelona y Madrid, a un ritmo similar al de Palma y Valencia. “Los jóvenes lo tienen difícil”, lamenta el economista de la Universidad de Málaga Ricardo Urrestarazu. “Si no tienes unos padres que te den 40.000 euros para la entrada del piso, el futuro aquí es complicado”.
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